HARVARD BUSINESS REVIEW PUBLICÓ UN ARTÍCULO RELACIONADO LAS RAZONES MÁS COMUNES POR LAS QUE NOS SENTIMOS MAL ANTES MORIR.
En el artículo se comentaba el estudio que realizó una enfermera que registró por años las disculpas más comunes de los moribundos. Bronnie Ware es una enfermera australiana que pasó varios años trabajando en la unidad de cuidados paliativos, la atención de pacientes en las últimas 12 semanas de sus vidas. Grabó sus epifanías que mueren en un blog llamado La inspiración y Chai.
Ware habla de la claridad de la visión espectacular que la gente obtiene al final de sus vidas, y cómo podemos aprender de su sabiduría. Cuando se le preguntó acerca de cualquier lamento que tenían o cualquier cosa que harían de manera diferente”, dice ella, “temas comunes surgieron una y otra vez. No había ninguna mención de más sexo o saltos de bungee.
5 LAMENTOS PRINCIPALES DE LA GENTE EN SU LECHO DE MUERTE REVELADO POR UNA ENFERMERA - por Vida
Los Lamentos principales de la gente en su lecho de muerte que han sido revelados por una enfermera nos pueden acercar a cuales son realmente las cosas trascendentes de nuestra vida, y que muchas veces dejamos descuidadas.
Durante muchos años he trabajado en los cuidados paliativos. Mis pacientes eran los que habían ido a casa a morir. Momentos muy especiales se compartieron. Yo estaba con ellos en las últimas tres a doce semanas de sus vidas. La gente crece mucho cuando se enfrentan a su propia mortalidad.
Aprendí a no subestimar la capacidad de alguien para el crecimiento. Algunos cambios fueron fenomenales. Cada uno experimenta una variedad de emociones, como se espera: la negación, el miedo, la ira, el remordimiento, más negación y la aceptación final. Sin embargo, cada paciente encuentra su paz antes de partir, cada uno de ellos.
LAMENTOS PRINCIPALES EN EL LECHO DE MUERTE
Cuando se les preguntaba acerca de cualquier arrepentimiento que tenían o cualquier cosa que harían de manera diferente, los temas comunes surgieron una y otra vez. Aquí están los cinco lamentos más comunes:
1. OJALÁ HUBIERA SIDO MÁS FIEL A MÍ MISMO
Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no a la vida que otros esperan de mí.
Este fue el pesar más común de todos. Cuando las personas se dan cuenta que su vida está a punto de terminar y miran hacia atrás con claridad en ella, es fácil ver cuántos sueños se fueron sin cumplir. La mayoría de la gente no había cumplido aún la mitad de sus sueños y tuvo que morir sabiendo que era debido a las elecciones que habían hecho o a las que no habían hecho.
Es muy importante honrar al menos algunos de tus sueños en el camino. Desde el momento en que pierdes tu salud, ya es demasiado tarde. La Salud da una libertad que muy pocos se dan cuenta, hasta que ya no la tienen.
2. ME GUSTARÍA NO HABER TRABAJADO TAN DURO
Esto vino de cada paciente masculino que cuidé. Echaban de menos la juventud de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también hablaron de este pesar. Pero la mayoría eran de una generación anterior, muchos de los pacientes mujeres no habían sido sostén de la familia. Todos los hombres que cuidé lamentaron profundamente haber gastado tanto de sus vidas en el trabajo.
Al simplificar su estilo de vida y tomar decisiones conscientes en el camino, es posible que no necesites el ingreso que piensas que necesitas. Y mediante la creación de más espacio en tu vida, eres más feliz y más abierto a las oportunidades de nuevos destinos, que más se adapten a tu nuevo estilo de vida.
3. OJALÁ HUBIERA TENIDO EL CORAJE DE EXPRESAR MIS SENTIMIENTOS
Muchas personas suprimieron sus sentimientos con el fin de mantener la paz con los demás. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca llegaron a ser lo que eran realmente capaces de llegar a ser. Muchas enfermedades desarrolladas en relación con la amargura y el resentimiento lleva como resultado.
No podemos controlar las reacciones de los demás. Sin embargo, aunque las personas pueden reaccionar inicialmente al cambiar la forma en que están hablando con honestidad, al final se plantea la relación a un nivel completamente nuevo y más saludable. O es eso, o es soltar la relación enfermiza de tu vida. En cualquiera de las dos, ganas.
4. ME GUSTARÍA HABER ESTADO EN CONTACTO CON MIS AMIGOS
A menudo no se dan cuenta verdaderamente de todos los beneficios de sus viejos amigos hasta que llegan sus últimas semanas y no siempre fue posible localizarlos. Muchos de ellos habían llegado a estar tan atrapados en sus propias vidas que se había dejado ir amistades de oro en los últimos años. Hubo muchos lamentos profundos acerca de no haber dado a la amistad el tiempo y esfuerzo que merecían. Todo el mundo echa de menos a sus amigos cuando están muriendo.
Es común para quien sea con un estilo de vida ocupado dejar caer las amistades. Pero cuando te enfrentas con que tu muerte se acerca, los detalles físicos de la vida desaparecen. La gente quiere tener sus asuntos financieros en orden, si es posible. Pero no es el dinero o el status lo que guarda la verdadera importancia para ellos.
Ellos quieren hacer las cosas en orden más para el beneficio de aquellos a quienes aman. Por lo general, sin embargo, están demasiado enfermos y cansados de manejar cada vez esta tarea. Todo esto se reduce al amor y las relaciones al final. Eso es todo lo que queda en las últimas semanas, el amor y las relaciones.
5. ME GUSTARÍA HABERME DEJADO SER MÁS FELIZ
Este es un uno sorprendentemente común. Muchos no se dieron cuenta hasta el final de que la felicidad es una elección. Ellos se habían quedado atascados en viejos patrones y hábitos. El llamado “confort” de familiaridad desbordado en sus emociones, así como en sus vidas físicas.
El miedo al cambio les había dejado fingiendo a otros, y a su propio ser, que estaban contentos. Cuando muy adentro, anhelaban reír correctamente y hacer tonterías en su vida de nuevo. Cuando estás en tu lecho de muerte, lo que los demás piensen de ti, está muy lejos de tu mente. ¡Qué maravilloso es ser capaz de dejar ir y sonreír de nuevo, mucho antes de que estés muriendo.
La vida es una elección. Es tu vida. Elige conscientemente, elige sabiamente, elige con honestidad. Elige la felicidad.
LOS TRES ÚLTIMOS DESEOS DE ALEJANDRO MAGNO, EL GRANDE
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
- Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época.
- Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas... ), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
- Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro contestó al general:
- Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.
- Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
- Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
Alejandro y Aristóteles. El notable filósofo se ocupó de la formación intelectual y académica de Magno por 5 años.
Expresa este sacerdote:
no estamos preparados para la muerte.
No nos es fácil aceptar lo más real y cierto que existe:
Todos en algún momento dejaremos de existir en esta vida. Las personas en momentos de enfermedad se resisten a pensarlo, lo evitan y lo niegan, pues piensan en la muerte como algo muy malo. Sus familiares tampoco esperan con gusto ni desean que esto suceda. Ni siquiera los médicos o los profesionales de la salud sabemos asumir la muerte, nos parece un fracaso de nuestros esfuerzos, nos parece frustrante y un enemigo que debemos enfrentar.
Prepárate para Morir
https://www.youtube.com/watch?time_continue=7&v=aEXSTejwxJc
Por lo anterior es comprensible que ante la muerte se expresen distintos “lamentos” como menciona esta enfermera, especialmente si ves que el fin de tu vida se acerca y no has hecho o has dejado de hacer aquello que es fundamental. Se experimenta la limitación, la pérdida de control, el no poder dar vuelta atrás y cambiar de lo que se está arrepentido. Puede ser que la experiencia sea que en la vida no se haya encontrado un sentido, que no se haya encontrado la verdadera felicidad. Es entonces comprensible que morir cause miedo y rechazo.
Creo que para acompañar a una persona en estos momentos lo principal no es decir o hacer ver que la muerte no es tan mala, no se trata de evitar que no se sienta miedo o tristeza. De lo que se trata es que ayudemos a que entiendan en este momento lo valiosas que son, que a pesar de lo que hayan hecho o dejado de hacer, su vida no ha perdido su valor y dignidad. Que encuentren la oportunidad de acogerse a la Misericordia de Dios, que experimenten el perdón, que se reconcilien consigo mismas y con los demás, que sientan que no es demasiado tarde para encontrar lo esencial de su existencia, para encontrar a Dios que los consuela y alienta y que se vean fortalecidos en la esperanza de que luego del dolor y del sufrimiento, tenemos la confianza del gozo de la resurrección: camino que Cristo ha trazado para nosotros, para el cual estamos llamados.
Me parece oportuno que lo que acabo de mencionar no es solo aplicable a quienes están en lecho de enfermedad, a puertas de partir de este mundo; es una invitación para todos para acoger las palabras de Jesús de «estar preparados porque no sabemos el día ni la hora».
«A través de la muerte se abre también, para cada uno de nosotros, más allá del tiempo, la vida plena y definitiva. El Señor de la vida está presente al lado del enfermo como quien vive y da la vida, pues él mismo dijo: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10)» (Benedicto XVI).
No debemos tenerle miedo a la muerte
¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS NO LE TIENEN MIEDO A LA MUERTE?
¿Qué hay del otro lado? ¿Qué nos espera luego de morir? En este video, YesHeis nos confronta con uno de los miedos más naturales de nuestra existencia: la muerte. Pero antes de entrar de lleno en este misterio – por el cual todos vamos a pasar – quiero detenerme en un fragmento de la conversación que nos ofrece importantes elementos apostólicos: El paciente pregunta con marcada angustia si es que el doctor conoce lo que sucede después de la muerte. Se lo pregunta con una sed anhelante de esperanza y; al no encontrar una respuesta satisfactoria, el paciente se indigna ante la ignorancia del doctor como cristiano…No debemos tenerle miedo a la muerte
¿Cuántas veces hemos estado nosotros en una situación parecida? ¿Cuántas veces hemos acudido a alguien más avanzado en la fe y nos ha dejado insatisfechos?
O peor aún,
¿Cuántas veces han venido personas a nosotros, apelando a nuestro conocimiento en la fe, a pedir consejo o a cuestionar la fe que practicamos? ¿Hemos estado preparados? ¿Hemos honrado a Dios con nuestra respuesta?
San Pedro, en su primera carta, nos la pone clara:
“…y siempre estén dispuestos para dar una respuesta acertada al que les pide cuenta de su esperanza. Pero háganlo con sencillez y deferencia” (1 P 3, 15).
Estar siempre preparados para responder a quien nos pida razón de la esperanza que hay en nosotros es una responsabilidad trascendental en la vida de todo católico. Nuestra fe es un don, y como tal tendremos que dar cuenta de ésta. Estar preparados y tener una respuesta acertada implica detenerse a pensar en lo que creemos, implica tomar una postura ya no de espectador sino de protagonista en nuestra vida de fe, implica dejar de ser indiferentes a esa parte “escondida” de nuestra vida.
Si El Mañana Empieza Sin Mí
https://www.youtube.com/watch?v=T1HgeKi4-No
Ahora bien, si es que hemos tomado en serio esta responsabilidad veremos cómo, poco a poco, las prioridades en nuestra vida van tomando el orden correcto, en el cual siempre Dios va primero. Al ser esto así, no podemos tener ya miedo de ir hacia Él a la hora que nos llame a nuestra verdadera Patria celestial.
El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna (CIC 1020)
Es cierto, sin embargo, que en el plano natural, la idea de morir nos genere miedo. Este miedo es incluso útil al ser humano como especie porque fomenta nuestro instinto de preservación. Sin embargo, como hijos de Dios, nuestra naturaleza va más allá de la biología. Como cristianos, la muerte, consecuencia del pecado, no es más que el final de la vida terrena. Al haber Cristo vencido a la muerte, ésta posee un sentido positivo:
“Para mí, la vida es Cristo y morir una ganancia” (Flp 1, 21).
“Es cierta esta afirmación: si hemos muerto con Él, también viviremos con Él” (2 Tm 2, 11).
Ciertamente, la obediencia de Jesús transformó la maldición de la muerte en bendición (CIC 1007 – 1010).
Al haber resucitado y subido hacia el Padre, Cristo nos abre el camino a nuestra Casa, la cual no se sitúa arriba de nosotros, sino en Dios…
Hemos de recordar, asimismo, una de las aseveraciones más firmes de Jesús en cuanto al Cielo y a lo que nos espera si es que decidimos vivir y morir con Él:
“En la casa de mi Padre, hay muchas mansiones, y voy allá a prepararles un lugar (si no fuera así, se los habría dicho). Pero, si me voy a prepararles un lugar, es que volveré y los llevaré junto a mí, para que donde yo estoy, estén también ustedes” (Jn 14, 2-3). ¡
Qué promesa tan grande! Jesús, Hijo del Dios vivo, nos afirma que hay muchas mansiones, es decir, ¡hay suficiente lugar para todos! e incluso se toma la molestia de hacer la aclaración que si no fuera así, nos lo hubiera dicho. Más aun, termina diciendo algo que refleja el infinito y perfecto amor de Dios a los hombres…nos dice que volverá y nos llevará para que donde Él esté, estemos también nosotros. ¿No es ésa acaso una muestra del verdadero amor: anhelar y lograr estar ahí donde nuestro Amado está?
Personalmente, creo que el mayor miedo a la muerte viene del miedo de no ir hacia Dios y condenarse. Pero debemos tener en claro que Dios no predestina a nadie a ir al infierno; para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria hacia Dios (un pecado mortal) y persistir en él hasta el final (CIC 1037).
“Dios no quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión” (2 P 3, 9).
¿Y si Dios no quiere que nadie se condene, por qué hay almas que van al infierno? Porque no es Dios quien las condena, sino es la propia alma que decide su destino final. Si hemos vivido una vida sin Dios en la Tierra, es muy probable que nuestra alma no tienda hacia Él a la hora de la muerte. Puede ser que el haber vivido sin Él no haya sido motivado por malas intenciones necesariamente, sino tal vez por desidia o distracciones de la vida, el dejar estos temas “para después”.
Es por esto que Jesús nos dice:
“Permanezcan DESPIERTOS, pues nadie sabe el día ni la hora” (Mt 25, 13).
Como lo señala la Conferencia Episcopal Argentina en su comentario de la fidelidad a Dios:
“De nada sirve el haber empezado con el bautismo o de haber tenido en un tiempo una vida fervorosa, si después nos contentamos con prácticas rutinarias. A los que Dios escoge, pide antes que nada fidelidad y perseverancia”.
Ciertamente, no cabe engañarse y pensar que porque en algún momento tuvimos un acercamiento a Dios y tuvimos una vida medianamente fervorosa es suficiente para alcanzar la Patria Celestial – sobre todo si hoy ese fervor no es más que una sombra: Jesús nos pide permanecer despiertos.
En definitiva, hemos de tener en claro que hemos sido destinados a vivir con nuestro Señor, con Aquél quien es el Amado de nuestra alma por toda la eternidad. Como vemos en la parte final del video, no debemos tener miedo de ir a la Casa de nuestro Padre ¡Es ése nuestro llamado y por eso Jesús nos dio la salvación! A nosotros, ahora, nos toca decidir tomar esa salvación o no, recordando que la conversión es esencialmente elegir a Dios cada día, todos los días, todos los días, TODOS los días.
Finalmente, comparto aquí un fragmento de la oración que se hace durante el Rito de la Unción de los Enfermos porque creo que nos da una dulce seguridad y pone en perspectiva a dónde hemos sido llamados y dónde es que se encuentra nuestro destino y morada final:
“Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con san José y todos los ángeles y santos […] Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos […] Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor» (Rito de la Unción de Enfermos y de su cuidado pastoral, Orden de recomendación de moribundos, 146-147).
https://catholic-link.com/video-5-lamentos-antes-morir-vision-muerte/
https://catholic-link.com/por-que-los-catolicos-no-le-tienen-miedo-a-la-muerte-una-respuesta-genial/
http://www.lavidalucida.com/5-lamentos-principales-de-la-gente-en.html
http://hacerfamilia.cl/2012/07/lamentos-mas-comunes-antes-de-morir/
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