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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

30 de abril de 2019

REFLEXIONES SOBRE LO QUE DIFERENCIA AL HOMBRE DE LOS ANIMALES.

Juan Pablo II abraza a un koala durante su visita a Brisbane, Australia, el 25 de noviembre de 1986. Foto: REUTERS Luciano Mellace
LA GRANDEZA DEL HOMBRE ESTÁ EN VIVIR COMO EL REY DE LOS ANIMALES Y, A LA VEZ, EN PREOCUPARSE POR ELLOS.
En el fondo, nos damos cuenta de que en cada especie animal se encierra parte de un mosaico que no acabamos de descifrar del todo. ¿Qué sería el mundo sin changos, delfines y gaviotas? ¿Qué haríamos por las mañanas si no escuchásemos el canto de los gallos y los ladridos de los perros? ¿Qué pasaría si un día las lagartijas no tomasen el sol, las luciérnagas y los grillos no alegrasen la noche y los tiburones no diesen un toque de emoción a nuestras costas?
San Francisco de Asís y el Lobo de Gubbio
AMOR Y RESPETO POR LOS ANIMALES
Es cierto que nosotros somos superiores por nuestra capacidad de pensar y de amar, de sacrificarnos y de servir a los otros, también a los animales. Pero esta superioridad nunca debe convertirse en motivo para el abuso o el embrutecimiento.
La piedad es un sentimiento que nos hace respetar el carácter sagrado que las cosas tienen en cuanto dones. El trato con los animales pertenece al ámbito de la piedad: un hombre que maltrata a los animales no es malo por su modo de tratarlos, sino más bien por el daño que inflige a su propia naturaleza al carecer de piedad o al disminuirla en él.
El católico actúa de forma respetuosa y considerada con los animales porque son criaturas de Dios. A eso se refería san Juan Pablo II cuando declaró en una audiencia semanal en 1990 que el reino animal participa del aliento de vida que procede de Dios, y que por tanto debemos amar y respetar a los animales como criaturas de Él que son.
El PAPA Francisco y los animales
PERIMUNDO Y MUNDO
Tanto desde el punto de vista del conocimiento como del de los apetitos, el animal goza solo de perimundo: de un conjunto parcial de fragmentos de realidad, remitidos de forma determinante a ese «centro», su propia dotación instintiva, que es la que les confiere significado.
El hombre, por el contrario, tiene mundo (Welt) porque puede llegar a conocer la totalidad de lo que existe y, además y sobre todo, porque es capaz de captarla no en la referencia que presenta para él, para cada sujeto humano, sino tal como esas realidades son en sí mismas: en cuanto entes, dotados de una densidad propia, y cognoscibles en sí o verdaderos. Por lo mismo, relativizando o poniendo entre paréntesis sus propios instintos o tendencias, el ser humano se muestra idóneo para querer, procurar y dar vida a lo que es bueno en sí mismo, y no solo para él, y, por consiguiente, también a lo que resulta bueno para los demás.
El «ser humano», sostiene Heidegger, puede ponerse en lugar de otro «ser humano», puede empatizar y hacer amistad con otro, puede sufrir las penas del otro o alegrarse con sus éxitos; cuestión que al animal no le es posible.
Un perro de guarda, de caza o de compañía, podríamos ejemplificar, interesa porque guarda, caza o proporciona acompañamiento, igual que los restantes exponentes de su especie; o, en todo caso, porque lo hace mejor que el resto: es decir, porque encarna las propiedades específicas con mayor eficacia que los demás integrantes del grupo (es decir, siempre por relación a su especie, al conjunto). Pero en ninguna circunstancia posee densidad interior como para resultar apreciable, amable y deseable por sí mismo.
La ternera llamada ‘Lou’ fue entregada al PAPA Francisco en la Plaza de San Pedro. (EFE)
EL HOMBRE
A diferencia de los animales, el hombre posee una naturaleza racional; el conocimiento humano trasciende las limitaciones físicas y capta la esencia de las cosas a partir de datos individuales. La capacidad intelectual del hombre constituye su esencia; por eso los griegos lo definían como animal racional. En virtud de esta condición, puede alcanzar la verdad: correcta adecuación de la inteligencia con las cosas. Es también un ser libre, lo que significa ser dueño de sus actos, a diferencia de los animales que se rigen por sus instintos. Es claro que los hombres también poseen instintos, pero pueden dominarlos, por lo tanto, la conducta de una persona es consecuencia de sus propias decisiones.
Nietzsche (s. XIX) afirmó que «el hombre es el ser capaz de hacer promesas» (pensar y planear su futuro, sus propios fines; se puede autodeterminar dentro de su libertad limitada). Sin embargo, puede ser el animal más brutal, llegando a trastocar el orden natural por su propia libertad de elegir.
Santo Tomás de Aquino (s. XIII) daba otra definición: 
«El hombre es el ser que elige sus propios fines».
Kant (s. XVIII) dijo que lo que el hombre hace con su libertad (arte, derecho, religión) es algo más que biología.
El hombre es persona, y no solo individuo; la persona no está finalizada por la especie: el hombre es un ser social pero no tiene fines exclusivamente personales.
El hombre es un ser de la naturaleza pero, al mismo tiempo, la trasciende. Comparte con los demás seres naturales todo lo que se refiere a su ser material, pero se distingue de ellos porque posee unas dimensiones espirituales que le hacen ser una persona.
De acuerdo con la experiencia, la doctrina cristiana afirma que en el hombre existe una dualidad de dimensiones, las materiales y las espirituales, en una unidad de ser, porque la persona humana es un único ser compuesto de cuerpo y alma. Además, afirma que el alma espiritual no muere y que está destinada a unirse de nuevo con su cuerpo al fin de los tiempos.
San Antón y los animales
EL HOMBRE ES PERSONA, NO ES SIMPLEMENTE UNA COSA
La persona tiene una dignidad única: nadie puede sustituirla en lo que es capaz de hacer como persona. Y solo entre personas puede darse la amistad y el amor. 
«Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar» Catecismo de la Iglesia Católica», n. 357).
La ternera llamada ‘Lou’ fue entregada al PAPA Francisco en la Plaza de San Pedro. (EFE)
LA CREACIÓN MATERIAL ENCUENTRA SU SENTIDO EN EL HOMBRE, ÚNICA CRIATURA NATURAL QUE ES CAPAZ DE CONOCER Y AMAR A DIOS, Y, DE ESTE MODO, CONSEGUIR SER FELIZ.
El mundo material hace posible la vida humana, y sirve de cauce para su desarrollo. Por eso, la Iglesia afirma que 
«Dios creó todo para el hombre (cfr. Conc. Vaticano II, Const. Gaudium et Spes, 12, 1; 24, 3; 39, 1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación» («Catecismo de la Iglesia Católica», n. 358).
Entre los seres naturales, solo el hombre participa del modo de ser propio de Dios: es un ser personal, inteligente y libre, capaz de amar.
La libertad humana está relacionada fundamentalmente con la inteligencia.
Somos libres porque somos inteligentes. Y la inteligencia es un misterio casi tan grande como la libertad. Es la prueba más evidente de que en el universo hay algo más que materia. Que hay pensamiento, que hay libertad, que hay bondad, que hay justicia, que hay amor.
El hombre capta los modos de ser de cada cosa, y a diferencia de los animales, puede profundizar en cada modo de ser. En la mente humana van teniendo cabida las realidades del mundo exterior (por eso Aristóteles dice que el hombre es de algún modo todas las cosas), que son entendidas con más o menos profundidad. Un animal ve imágenes de las cosas reales, y las estima como convenientes o no convenientes para sí; pero no puede entender las propiedades o el modo de ser íntimo de las cosas. Por eso, no puede elaborar cultura; aunque sí ciertas técnicas o habilidades.
El PAPA Francisco y los animales
Sería un error pensar que el hombre inventa la flecha solo porque tiene necesidad de comer pájaros. También el gato tiene esa misma necesidad y no inventa nada. El hambre solo impulsa a comer, no a fabricar flechas: son dos cosas muy diferentes. Por eso, no es correcto explicar al hombre solo desde sus necesidades, sino también desde sus posibilidades y aspiraciones. La inteligencia humana no surge de una necesidad, sino de una dotación, y por eso no es un animal más. Tiene la capacidad de crear.
La ciencia natural proporciona una de las pruebas más convincentes acerca de las peculiaridades del hombre; en efecto, pone de manifiesto que el hombre, a diferencia de otros seres, posee unas capacidades creativas y argumentativas que resultan indispensables para plantear los problemas científicos, buscar soluciones, y poner a prueba su validez. El gran progreso científico y técnico de la época moderna ilustra las capacidades únicas de la persona humana, y no tendría sentido utilizarlo para negar lo que, en último término, hace posible la existencia de la ciencia.
San Martín de Porres hizo comer de un mismo plato a un perro, un gato y un ratón
EL HOMBRE ES UN SER MORAL; DISTINGUE EL BIEN DEL MAL; EL ANIMAL NO TIENE MORALIDAD.
También el hombre es capaz de ponerse en el lugar del otro, de comprender, por esto es, dice Spaemann, un símbolo del Absoluto (de lo que de alguna manera está en todo).
La vida moral no tendría sentido si no se admitiera la libertad, que supone la espiritualidad. De hecho, algunas confusiones doctrinales y prácticas arrancan de esa base: se niega la espiritualidad, se reduce la persona a los condicionamientos materiales (características genéticas, impulsos instintivos, condiciones físicas de vida), y se niega que exista auténtica libertad; en consecuencia, el cristianismo se reduciría a la lucha por unas metas que pueden ser legítimas, pero que se refieren solo a la vida terrena. La lucha por alcanzar la virtud y evitar el pecado no tendría sentido, o en el mejor caso, las nociones de virtud y pecado deberían reinterpretarse, alterando toda la enseñanza moral de la Iglesia.
El PAPA Francisco y los animales
REFLEXIÓN Y MEDITACIÓN
El hombre tiene un comportamiento humano a través de la reflexión, de la consideración de su conducta. El hombre puede mejorar su actuación. El hombre, a diferencia del animal, puede volver sobre lo que ha realizado, considerarlo, mejorarlo, cambiarlo, encontrar múltiples soluciones a un problema. Esto es la racionalidad, la capacidad de conceptualización, de «poner nombre» a las cosas, de descubrir su esencia.
La meditación para el hombre es básica: en ella se profundiza, se pone en marcha la capacidad más específicamente humana, aquella que marca la diferencia del comportamiento humano.
Todos tenemos una intimidad, un mundo interior donde nos reflejamos, nos vemos, nos comparamos con los demás, juzgamos las situaciones, valoramos nuestra actuación, etc. En ese espacio interior también nos sentimos queridos o no, nos sentimos protegidos y seguros o no; allí se proyecta o se imagina el futuro: será así o será asá; allí aparecen nuestros gustos, nuestros intereses, las cosas que nos son congeniales, las que nos agradan, todo un conjunto de pensamientos, ideas, ocurrencias… que cada persona lleva consigo y que aflora especialmente en algunos momentos, al ir por la calle, en la ducha, etc.
La autenticidad de la persona, su carácter, su identidad, su personalidad se forja en esa conversación interior. La autenticidad es no solo vivir, sino también saber que vivimos y por qué vivimos, cuáles son los motivos de nuestras acciones, de nuestras reacciones. El proceso de maduración de una persona es precisamente este proceso de búsqueda de la propia identidad que la hace dueña de sus actos; a esto es a lo que se llama autenticidad. La autenticidad es el proceso constante de contrastar lo que hacemos con lo que somos, con la definición de lo que somos, es decir, con la resultante de este mundo interior que poseemos. Si no existe reflexión, meditación, no existe definición de la persona, no hay una resultante del mundo interior y la persona no se conoce, sus mismas acciones le resultan incomprensibles.
Se trata, en resumen, de lo que se llama el proyecto de vida personal, su elaboración y ejecución. Ahí está condensada la vida de la persona, sus posibilidades de integración y felicidad o su desintegración y fracaso. La vida auténtica es la que tiene un proyecto realista, contrastado con uno mismo, con las propias posibilidades. Como se ve, la vida auténtica se refiere a una capacidad de autorreflexión, mejor dicho, se juega en la reflexión y en la meditación de la propia conducta, de la propia vida.
El PAPA Benedicto XVI y los animales
En ese diálogo con uno mismo adquiere un puesto central, lo que se llama la conciencia. La conciencia es ante todo un descubrimiento personal que se hace de la propia intimidad.
Quien quiera aceptarse como persona ha de saber que tiene que aceptar las exigencias que el ser persona lleva consigo, y la más exigente sin duda, es atender a pecho descubierto la voz de la propia conciencia, que emite juicios implacables.
Una persona con capacidad para la meditación, para entrar dentro de sí mismo, para vivir de acuerdo con su intimidad, toma su vida en sus manos. La vida es tiempo y su relación con el tiempo se hace fluida: vive toda la vida en presente, la tiene presente ante sí; ya que asume el pasado en el hoy y desde el hoy proyecta el futuro, un futuro posible, adecuado a él mismo. Sin meditación todo esto no es posible.
El ser humano es alguien con intimidad, por eso podemos ensimismarnos y descubrir lo que nos sucede por dentro, para luego comunicarlo y encontrar consejo, consuelo… o, también, para aconsejar, para consolar. Muchas veces esta riqueza interior asusta y hay quienes prefieren no enterarse pues no saben qué hacer con tanto poder.
Aunque de manera negativa, algo característico de la persona humana que la coloca en un plano absolutamente distinto de los animales, es la capacidad de disimular, de ocultar lo que siente, lo que piensa, lo que quiere. Puede esconder y guardar su mundo para sí, aún a sabiendas de que tal hermetismo le puede dañar. Solo el ser humano se puede poner una máscara y representar una comedia. Y nadie más.
El PAPA Benedicto XVI y los animales
PETER SINGER Y SU FAMOSO LIBRO «ANIMAL LIBERATION»
Numerosas personas se pronuncian a favor de la prohibición de los experimentos médicos con los animales, del uso de las pieles para los vestidos, etc. Algunos van más lejos, hasta construir cementerios u hoteles para los animales. El filósofo australiano Peter Singer desde hace tiempo viene repitiendo la idea de que no hay diferencia intrínseca entre los animales y el hombre. En su famoso libro «Animal Liberation» («Liberación animal»), publicado en inglés en 1975 (en español, en la editorial Taurus, 2011), Singer pide que se ponga fin a la «tiranía» de los hombres sobre los animales. Según él, nuestro tratamiento injusto de los animales es equivalente al racismo y al sexismo. Para referirse a él, ha acuñado la palabra «especismo». Más que hablar de derechos, Singer pide una igualdad para los animales. En su moral utilitarista, basada en Bentham y otros, la vida de un feto no tiene más valor que la vida de un animal. De hecho, en una entrevista concedida en 1996, afirmó que si comparamos la vida de un chimpancé con la un bebé con problemas cerebrales, hay que reconocer un mayor «significado moral» al chimpancé.
Aves en el claustro de la catedral de Barcelona
LOS ANIMALES, ¿SUJETOS DE DERECHO?
Algunos defienden que los animales tienen derechos porque tienen intereses, observa Machen, que necesitan satisfacer. Sin embargo, el mero hecho de tener intereses no es suficiente para establecer un derecho a algo, defiende. Además, tener derechos implica respetar obligaciones recíprocas con los demás. Si los animales tuvieran derechos basados en intereses, tendrían obligaciones hacia los demás. Pero el reino animal no funciona de esta manera. Las cebras pueden tener interés en que no las mate un león, pero esto no implica ningún derecho que el león esté obligado a respetar.
No es posible considerar ni a los animales ni a la naturaleza como sujetos de derecho, sencillamente porque existe en el hombre una realidad espiritual que corresponde a su intelectualidad, a su capacidad racional. Derecho, literalmente, es lo recto, lo no torcido, en cuanto conforme a la realidad, en el sentido de adecuado a ella, proporcionado, o como lo definía Celso («Digesto», I, 1), el arte de lo bueno y de lo equitativo. En este sentido, y en cualquier otro «sentido» que se le quiera atribuir al término, está íntimamente relacionado con los actos humanos, es decir, que son propios de quien posee voluntad, libertad e inteligencia. El derecho de alguien substantivo, designa aquello que, lo que, es adecuado o justo en relación con esa persona, lo que le corresponde.
Ser sujeto de derecho suele definirse como tener derechos y obligaciones jurídicas. Sujeto («sub-jectum») indica: sometido, vinculado. De aquí deriva, probablemente, el hecho de considerar, universalmente, que sujeto de derecho, en sentido propio, es solo la persona. Pues solo la persona, en virtud de su inteligencia y voluntad, es libre o susceptible de mérito y responsabilidad. Esto, aunque no pueda ejercerlos en acto; se trata, en efecto de algo que le es propio a su naturaleza capaz de responsabilidad (por eso, lo son el niño, el demente, el enfermo, el hombre en coma, el que depende de otro, etc.).
El PAPA Benedicto XVI y los animales
Lo que propiamente corresponde a los animales, y a la naturaleza en general, es ser objetos de Derecho si se quiere y en cierto sentido, es decir, receptores de responsabilidades jurídicas, por parte del hombre. Porque como sujetos de derecho, nosotros tenemos la obligación de preservarlos, respetarlos, cuidarlos, etc.
Referido a los «animalia», al Reino Animal, y esto para evitar la argumentación animalista de que también somos animales, pues ciertamente compartimos con los animales la capacidad de reproducción, nutrición y crecimiento, sin embargo, en nosotros se da la facultad del intelecto que introduce un salto cualitativo insalvable entre seres humanos y animales.
Otros defensores de los derechos de los animales no se apoyan en argumentos basados en intereses o capacidades, sino que mantienen que toda vida es sagrada y no podemos imponernos sobre ella. Una variante de esta postura es el argumento de que la naturaleza es sagrada y por eso es moralmente erróneo dañarla lo más mínimo.
Pero este argumento es simplemente poco práctico, observa Machen, porque no podríamos vivir sin matar algunos animales. La cuestión también se plantea sobre qué o quién hace sagrada a la naturaleza.
Algunas veces, reconoce Machen, la gente simplemente se apena por la idea de que los animales sientan dolor o sufrimiento, y esperan atribuirles derechos que eviten estos problemas. Sin embargo, el mero hecho de tener derechos no elimina el sufrimiento, como la experiencia humana demuestra ampliamente, afirma.
La moralidad humana, observa Machen, implica algo más que derechos. El ejercicio de las virtudes como la templanza y la moderación son también importantes. Por lo tanto, cuando alguien se comporta de modo cruel o derrochador con los animales, se puede afirmar correctamente que daña su carácter moral.
Pero, si una falta de cuidado por la vida y el bienestar de los animales demuestra un defecto de carácter, esto no significa, concluye Machen, que no podamos utilizar los animales de forma responsable para obtener los beneficios necesarios. El elemento clave aquí consiste en distinguir lo que es una conducta caprichosa de lo que es necesario para el bienestar humano. Una distinción que los que se preocupan por los animales deberían tener presente.
El PAPA Francisco y los animales
ROGER SCRUTON Y SU LIBRO «ANIMAL RIGHTS AND WRONGS»
En respuesta a este tipo de argumentos, el filósofo inglés Roger Scruton ha publicado un libro donde critica a quienes pretenden poner los animales al mismo nivel del hombre. Su publicación «Animal Rights and Wrongs» («Derechos de los animales y los errores»), Londres (1996), ofrece una serie de argumentos convincentes. Por lo que se refiere al tema de la diferencia en la capacidad intelectiva entre el hombre y los animales, Scruton hace las siguientes observaciones:
  • – Los animales tienen deseos, pero no hacen opciones. Cuando entrenamos un animal cambiamos sus deseos, pero el animal no hace una opción.
  • – La inteligencia de los animales está orientada por sus instintos y la experiencia del momento. El hombre, por el contrario, puede proyectarse en el futuro.
  • – La vida social de los animales está guiada por los instintos y no hay diálogo o razonamiento moral como existe en una comunidad de personas.
  • – Los animales no tienen una imaginación propiamente hablando, o un sentido estético y sus emociones están limitadas a un nivel físico. Tampoco tienen consciencia de sí o un lenguaje abstracto.
Roger Scruton, profesor de filosofía, ofrece un lúcido examen en su obra antes citada. Su respuesta es que nuestro trato con los animales ha de estar regido por la piedad, que nos recuerda la diferencia esencial que separa a los animales de los seres humanos, pero también que no somos dueños absolutos de la naturaleza.
Ben Kobus afirma que Scruton parte de la moral clásica y los sentimientos naturales. Basa su argumentación en un completo examen de la vida moral, en el que tienen sitio tanto la razón como la virtud y la piedad. Luego muestra por qué ciertas actitudes no son más que propio interés disfrazado o sentimentalismo egoísta. Así logra demostrar la falsedad de los argumentos utilitaristas y darnos razones para nuestra conducta más sólidas que el álgebra de placeres y dolores.
La intención de Roger Scruton es examinar las diferencias entre nosotros, en cuanto seres con vida moral, y el resto de la naturaleza, porque la moral tradicional se basa en esta distinción, sostiene Ben Kobus.
Al hablar de los animales, Scruton revela, por contraste, los maravillosos atributos que tenemos por ser humanos. Pues su libro trata de ética. Explica que «las cuestiones que voy a discutir surgen porque somos animales, pero animales de una clase muy particular: animales que tienen conciencia de sí como individuos, con derechos, responsabilidades y deberes, y que son capaces de extender su compasión a otras especies».
Después de que Roger Scruton escriba con tanta altura de las cualidades que hacen de los hombres seres libres y éticos, distintos de los animales, extraña, asegura Ben Kobus, que a veces insinúe que la eutanasia es admisible, siempre que se tenga el consentimiento del paciente. Solo Dios tiene dominio absoluto sobre la vida del hombre. Pero si el animal existe en relación con el hombre, la existencia humana solo se comprende por entero en relación con Dios, afirma Kobus.
El PAPA Francisco y los animales
KAROL WOJTYLA (San Juan Pablo II) Y SU LIBRO «AMOR Y RESPONSABILIDAD»
Hay otro filósofo que escribió sobre la diferencia entre el hombre y los animales. Es Karol Wojtyla. En su libro «Amor y responsabilidad» (editorial Palabra, 2016), escrito antes de ser elegido Papa, examina aquello que diferencia al hombre de los demás seres, incluso los animales. Una persona es un ser racional, con una capacidad intelectiva cualitativamente superior a los animales. Pero no nos encontramos solo ante una cuestión de funcionalidad intelectiva. La persona goza de una interioridad, en cuanto que es un sujeto con un carácter espiritual, en el que se incluye una conciencia y una orientación hacia la verdad y el bien. Por tanto, la naturaleza del hombre es sustancialmente diversa a la de los animales e incluye la capacidad de la autodeterminación basada sobre la propia reflexión y la libre voluntad.
KAROL WOJTYLA (San Juan Pablo II) y los animales 
EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
La diferencia esencial entre la persona y un animal está claramente expresada en el «Catecismo de la Iglesia Católica». En su número 342 se dice: «La jerarquía de las criaturas está expresada por el orden de los ‘seis días’, que va de lo menos perfecto a lo más perfecto. Dios ama todas sus criaturas (cf Sal 145, 9), cuida de cada una, incluso de los pajarillos. Sin embargo, Jesús dice: ‘Vosotros valéis más que muchos pajarillos’ (Lc 12, 6-7), o también: ‘¡Cuánto más vale un hombre que una oveja!’ (Mt 12, 12)». «El hombre es la cumbre de la obra de la creación. El relato inspirado lo expresa distinguiendo netamente la creación del hombre y la de las otras criaturas (cf Gn 1, 26)», número 343 del Catecismo. El número 2415 afirma que «los animales, como las plantas y los seres inanimados, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura». 
 El PAPA Francisco y los animales

El PAPA Francisco y los animales
Pero el dominio del hombre sobre los animales, y sobre toda la creación, no debe ser entendido como un poder absoluto. Si bien es posible servirse de los animales para responder a las necesidades humanas, es necesario respetarlos como criaturas de Dios. El número 2417 dice: «Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales son prácticas moralmente aceptables, si se mantienen en límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas». El siguiente número (2418) advierte que se debe evitar hacer sufrir sin necesidad a los animales, pero también afirma que no es bueno invertir en ellos sumas de dinero que podrían ser destinados a aliviar la situación de los pobres. Además, explica que «no se debe desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos».
El PAPA Benedicto XVI y los animales
EL ALMA HUMANA Y EL ALMA DE LOS ANIMALES
En cierto modo, animales como perros, gatos y hasta peces de colores tienen alma. Sin embargo, el alma de los animales no es como la de los hombres. El ser humano tiene un alma personal, espiritual e inmortal, mientras que el alma de los animales no es de naturaleza espiritual.
San Juan Pablo II, recordando la enseñanza de Pío XII a propósito de la evolución, afirma: «La doctrina de la fe afirma invariablemente, en cambio, que el alma espiritual del hombre es creada directamente por Dios (…). El alma humana, de la cual depende en definitiva la humanidad del hombre, siendo espiritual, no puede emerger de la materia» (san Juan Pablo II, audiencia general, L’uomo, immagine di Dio, è un essere spirituale e corporale, 16.IV.1986).
Este reconocimiento no demerita a los animales como compañeros leales y criaturas útiles al hombre. Más bien nos mueve a reflexionar sobre las actitudes exageradas que se toman con los animales. Si bien muchos de ellos pueden ser nuestros compañeros leales, esto no significa que sean idénticos a nosotros y que deban recibir las mismas atenciones espirituales que un ser humano.
A modo de conclusión
Necesitamos verdades fuertes sobre el hombre, pero no cualquier tipo de verdades fuertes. El hombre no es puro instinto, ni un simple engranaje del sistema productivo, ni una célula utilizada por el gran cuerpo de la sociedad.
Hay mucho más en cada hombre. Hay un alma, un espíritu, que no termina con la muerte, que empieza a vivir un día y camina hacia la plenitud de lo infinito. Vale cada ser humano, pobre o rico, grande o pequeño, sano o enfermo, nacido o sin nacer, del norte o del sur, porque cada uno tiene algo de divino, un soplo de Dios.
San Francisco de Asís, el santo patrón de todos los animales
Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo» (Gn 1, 26). 
En el siguiente versículo se dice:
«Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó» (Gn 1, 27). 
Y en el versículo 28 se dice:
«Dios los bendijo, diciéndoles: ‘Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra‘» (Gn 1, 28).
Que el hombre es imagen de Dios significa, ante todo, que es capaz de relacionarse con Él, que puede conocerle y amarle, que es amado por Dios como persona.
El libro del Génesis (Gn) es extraordinariamente preciso: definiendo al hombre como «imagen de Dios», pone en evidencia aquello por lo que el hombre es hombre, aquello por lo que es un ser distinto de todas las demás criaturas del mundo visible.
El hombre es imagen de Dios. Es persona a imagen de las personas divinas. Un ser inteligente y libre, capaz de bien y de amor, y que se realiza amando, a imagen de las personas divinas.
En definitiva,
«el hombre creado a imagen de Dios es un ser a la vez corporal y espiritual, o sea, un ser que por una parte está unido al mundo exterior y por otra lo trasciende: en cuanto espíritu, además de cuerpo es persona. Esta verdad sobre el hombre es objeto de nuestra fe, como también lo es la verdad bíblica sobre su constitución a ‘imagen y semejanza‘ de Dios; y es una verdad constantemente presentada, a lo largo de los siglos, por el Magisterio de la Iglesia» (San Juan Pablo II, audiencia general, 16.IV.1986).
El PAPA Francisco y los animales
PAPA FRANCISCO: "TODOS LOS ANIMALES VAN AL CIELO" - 10 de Noviembre de 2015
Los perros van al cielo, así como todos los demás animales. Así lo afirmó el Papa Francisco en la apertura de la audiencia general en el Vaticano. 
El PAPA Francisco y los animales
En un reciente discurso en el Vaticano, el Papa Francisco emitió una declaración que está ayudara a consolar a los fieles que han perdido a sus amadas mascotas. Y no sólo a nuestros amigos de cuatro patas, sino todos los animales. 
 El PAPA Benedicto XVI y los animales
EL DISCURSO SE CENTRÓ EN EL POLÉMICO TEMA DE LA VIDA Y LA MUERTE
En este sentido, Francisco dibujó la imagen del Apóstol Pablo que presto interés en un niño llorando por la muerte de su perro: 
"Un día vamos a volver a ver a nuestros animales en la eternidad de Cristo." 
"Las Sagradas Escrituras nos enseñan que la realización de este maravilloso plan cubre todo lo que está a nuestro alrededor, y que salió del pensamiento y del corazón de Dios"dijo Francisco según Resapubblica 

 El PAPA Francisco y los animales

 El PAPA Francisco y los animales
y agregó
"El cielo está abierto a todas las criaturas, y serán investidos con la alegría y el amor de Dios, sin límites." 
 El PAPA Francisco y los animales
Francisco es un conocido amante de los animales. Él adoptó su nombre papal, en honor del santo patrón de los animales, San Francisco de Asís. 
Del mismo modo, el papa (ahora santo) Juan Pablo II había adoptado una posición similar en el pasado, diciendo que no sólo los hombres y mujeres, sino también los animales tienen un 
"soplo divino". 
El PAPA Juan Pablo II y los animales
A diferencia del Benedicto XVI, su sucesor, que era muy aficionado a los gatos, pero conservó una idea más tradicional dejando de lado a los animales. 
El PAPA Benedicto XVI y los animales
Durante su papado, Francisco ha demostrado su amor por los animales. Él ha dado una improvisada bendición para un perro guía de un periodista y también dio la bienvenida al perro de un hombre sin hogar para celebrar su cumpleaños. 
El PAPA Francisco y los animales
El Papa Francisco posiblemente esta escribiendo su posición sobre los animales en Encíclica sobre el medio ambiente y la naturaleza. Mientras tanto, se mantiene la duda de como puedan tomarlo muchos conservadores radicales miembros de la iglesia. Por nuestra parte siempre confiamos y deseamos que nuestros amadas mascotas toquen las puertas del paraíso. 
El PAPA Francisco y los animales
BENDITOS ANIMALES
San Antonio abad se llevó el “gato al agua” como protector de los animales y como patrón de todos ellos, que celebran su “santo” el 17 de enero. Pero la Iglesia está llena de sanantonios. Un gran número de santos y papas tuvieron aprecio por el mundo animal. Repasamos datos, enseñanzas, y algunas anécdotas curiosas.
 El PAPA Benedicto XVI y los animales
“ANIMALES Y GANADOS, BENDECID AL SEÑOR”
En fin, el propio Jesucristo utilizó un asno como trono en Jerusalén, y antes quiso nacer en un establo junto a un buey y una mula
 El PAPA Benedicto XVI y los animales

 El PAPA Benedicto XVI y los animales
"Y CREÓ DIOS AL HOMBRE"
Pero antes, el día quinto y el sexto, creó a todos los animales que pueblan la tierra, el mar y el aire. Después, eso sí, quiso Dios que el hombre, la mujer, les pusiera nombre, es decir, ejerciera dominio sobre ellos.
El PAPA Benedicto XVI y los animales

 El PAPA Benedicto XVI y los animales
En la Sagrada Escritura se contabilizan hasta 120 especies distintas de animales, y de una variedad notable: desde el avestruz hasta el camello, o el corzo y el ciervo. La mayoría son animales puros, pero también quiso Dios, según aparece en el Levítico, que algunos fueran impuros. Entre estos, la mayoría de los carnívoros, de las rapaces y los reptiles.
 El PAPA Benedicto XVI y los animales
LOS ANIMALES TAMBIÉN APARECEN CON FRECUENCIA EN LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS.
(Gorriones, ovejas, camellos, perros, peces) de manera amistosa y entrañable, excepto cuando habla de “raza de víboras”, dirigido a los fariseos, y de “zorro”, en alusión a Herodes. 
 El PAPA Benedicto XVI y los animales

 El PAPA Benedicto XVI y los animales
Por otra parte, no hay que olvidar que el Espíritu Santo se presenta en forma de paloma...
Los animales son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt 6, 16). 
Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn 3, 57-58). 
“Bendecid al Señor todos los animales y ganados”,
se lee en ese himno del Antiguo Testamento.
El PAPA Benedicto XVI y los animales

Estas enseñanzas del Catecismo de la Iglesia, también remarcan que 
“los hombres les deben aprecio
Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri” (CIC, 2416).
 El PAPA Juan Pablo II y los animales
San Juan Pablo II, en una audiencia en 1990, recordó que los animales son criaturas creadas por Dios: 
“también los animales tienen un aliento o soplo vital, y que lo recibieron de Dios”.
 El PAPA Juan Pablo II y los animales
DEL JABALÍ DE SAN ANTÓN AL PERRO DE SAN ROQUE
Entre los santos, el puesto más destacado lo ocupa el célebre san Antonio abad, o también llamado san Antón
El eremita, según se cuenta, curó a unos jabatos ciegos que se le acercaron con su madre, una jabalina. A partir de ese momento, parece que le defendieron del ataque de otras alimañas.
San Francisco de Asís, además de predicar al hermano lobo, tuvo en la alondra su animal preferido. Se cuenta que el día de su muerte una bandada revoloteó sobre el tejado de la casa donde el santo yacía y le ofreció el más bello recital de despedida.
El PAPA Juan Pablo II y los animales
SAN JUAN BOSCO, VIVIÓ SU PARTICULAR AMISTAD CON EL PERRO PASTOR GRIS, QUE LE DEFENDIÓ DE LOS MUCHOS PELIGROS QUE LE ACECHARON EN SU VIDA.
Todo comenzó una noche en la que el santo, objetivo de numerosos ataques, volvía solo a casa. 
“Vi junto a mí a un perrazo que de pronto me asustó; pero como no mostró intenciones hostiles, y más bien me hiciera cariños, pronto nos hicimos amigos y me acompañó hasta casa”.
San Juan Don Bosco y los animales 
OTRO PERRO FAMOSO ES SIN DUDA EL DE SAN ROQUE
Parece que este santo, enfermo de peste por atender a miles de infectados, se retiró de la ciudad para no poner en peligro a los vecinos. Y tuvo su perro guardián, que le llevaba todos los días un panecillo de la mesa de su amo.
San Roque el santo de los perros
ENTRE CARDENALES Y PAPAS
Quizá por su característico sentido del humor, o por un verdadero amor a los animales, se cuenta que San Felipe Neri, ya anciano, recibía a cardenales y gente de la Curia con un gato en su regazo.
El PAPA Francisco y los animales
Los últimos Papas también han mostrado su simpatía por algún animal. Parece que Pablo VI y san Juan Pablo II eran aficionados a los pájaros, y tuvieron alguno. Y, en época más reciente, es conocida la cercanía de Benedicto XVI hacia los gatos. Además, como es bien sabido, Roma es la ciudad gatuna por excelencia. 
El PAPA Francisco y los animales
LA BELLEZA DE LOS ANIMALES MINÚSCULOS
Al fundador del Opus Dei, en sus años de infancia, le produjo un fuerte impacto el recuerdo de cómo algunos niños de su edad se divertían tirando piedras contra murciélagos. Vio de cerca hasta dónde puede llegar la crueldad humana.
San Josemaría, en una homilía, recita una lista de animales grandes, pequeños y minúsculos. 
“También en lo diminuto, comenta San Jerónimo, se muestra la grandeza de alma. Al Creador no le admiramos sólo en el cielo y en la tierra, en el sol y en el océano, en los elefantes, camellos, bueyes, caballos, leopardos, osos y leones; sino también en los animales minúsculos, como la hormiga, mosquitos, moscas, gusanillos y demás animales de este jaez, que distinguimos mejor por sus cuerpos que por sus nombres: tanto en los grandes como en los pequeños admiramos la misma maestría”.
Josemaría Escrivá de Balaguer. Fundador del OPUS DEI
Su sucesor, el beato Álvaro del Portillo, disfrutaba -y le servían de descanso- con la compañía de los perros que cuidaban la casa del Colegio Romano de la Santa Cruz, a las afueras de Roma.
El mundo animal, con toda su variedad, es un regalo de Dios. Una máxima que puede servir de pauta de conducta nos la dejó san Francisco de Sales: 
“Quien se muestra benigno con los animales es de esperar que no lo sea en menor grado con los hombres”. 
Y más recientemente, el Catecismo de la Iglesia nos invita a querer a todas las criaturas: 
“se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos”. 
Amén. Guau.
El PAPA Benedicto XVI y los animales
SAN FRANCISCO DE ASÍS, CUYA FIESTA SE CELEBRA ESTE 4 DE OCTUBRE, ES CONOCIDO ENTRE OTRAS COSAS POR SU CERCANÍA CON LOS ANIMALES, AL IGUAL QUE VARIOS SANTOS A LO LARGO DE LA HISTORIA.
San Francisco de Asís, cuya fiesta se celebra este 4 de octubre, es conocido entre otras cosas por su cercanía con los animales, al igual que varios santos a lo largo de la historia.
A CONTINUACIÓN A ALGUNOS SANTOS DE LA IGLESIA QUE AMARON A LOS ANIMALES.
1. San Francisco de Asís
En la ciudad de Gubbio había un lobo que atemorizaba a la población, ya que devoraba a animales y personas. San Francisco quiso ayudar y fue hasta al lugar donde yacía la bestia.
Cuando el animal se le acercó con la boca abierta, el santo le hizo la señal de la Cruz y le dijo: “¡Ven aquí, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas daño ni a mí ni a nadie”.
Entonces el lobo se acercó mansamente y el santo le pidió que no vuelva a hacer daño a ningún hombre o animal y le prometió que a cambio los habitantes le darían alimento.
San Francisco le tendió una mano y el animal puso en ella una de sus patas delanteras a modo de “acuerdo”. Desde entonces el lobo recorría la ciudad sin hacer daño a nadie. Inclusive su muerte fue lamentada por el pueblo.
San Francisco también solía predicar a las aves que se reunían a su alrededor. Llegó a componer un cántico donde agradecía y alababa a Dios por toda la creación.
San Francisco de Asís y los animales
2. San Pío de Pietrelcina (Padre Pío)
El P. Jean Marie Benjamin es un sacerdote francés que asistió en Pietrelcina a una Misa celebrada por el Padre Pío. Según contó a ACI Stampa –agencia en italiano del Grupo ACI– en el momento que el santo pronunciaba las palabras para consagrar la hostia, los pájaros dejaban de cantar.
San Pío de Pietrelcina
3. Don Bosco
En 1883, mientras caminaba por la ciudad italiana de Turín, San Juan Bosco notó que un perro grande lo seguía. Se le acercó para acariciarlo y debido a su color gris, lo llamó “Grigio”.
El animal lo seguía cuando caminaba solo en las noches. En una ocasión, un hombre le disparó Don Bosco, y Grigio apareció inmediatamente para defenderlo.
Otro día, el perro atacó a un bandido qe había atacado al sacerdote por la espalda y colocado una bolsa sobre la cabeza.
En otra ocasión un desconocido quiso herir a San Juan Bosco con una estaca, pero él se defendió. Mientras el delincuente llamaba a gritos a sus cómplices, apareció Grigio y comenzó a ladrar. Entonces el hombre le pidió al santo que tranquilizara al perro.
Don Bosco lo hizo con la condición de que ni él ni sus compañeros volvieran a atacarlo.
San Juan Bosco y “Grigio”
4. San José de Cupertino
Uno de los diversos dones sobrenaturalesde San José de Cupertino , además de la levitación, fue el don de comunicarse con los animales.
Las ovejas los escuchaban con atención cuando rezaba y las golondrinas lo seguían mientras caminaba.
En su libro “Misterios, Maravillas y Milagros en las vidas de los Santos”, la autora estadounidense Joan Carroll Cruz narró que un pájaro solía acompañar con sus cantos a las religiosas de Santa Clara en Cupertino. Un día dos novicias comenzaron a pelear y el ave se puso en medio. Una de ellas lo atacó y el pájarito se fue. Entonces las monjas le pidieron al santo que lo llamara y el ave volvió.
Otro día el pájaro ingresó al área del coro y dejó que las religiosas lo acariciaran. Una de ellas le ató una campanita en la pata. Al ver que no regresaba, las monjas volvieron a recurrir a San José de Cupertino y él dijo que la había enviado para que cantara con ellas y no para que toque una campana.
El Santo le pidió al pajarito que regresara y este se quedó con las monjas.
San José de Cupertino
5. San Antonio María Claret
En su autobiografía, San Antonio María Claret, fundador de la orden de los Misioneros Claretianos, narró que cuando viajaba, al oír el canto de las aves se les acercaba y “les hablaba del cántico eterno y nuevo del cielo”.
Por su parte, la autora Joan Carroll Cruz también cuenta en su libro que durante el funeral del santo, apareció un pájaro y comenzó a cantar las melodías de los salmos que entonaban los asistentes.
6. San Francisco Javier
En una de las paredes de la basílica dedicada a San Francisco Javier en Navarra, España, está plasmado un suceso curioso que vivió el santo durante uno de sus viajes.
Un día mientras navegaba rumbo a las islas Molucas, en Indonesia, se desató una tormenta y lanzó su crucifijo al mar para calmar las aguas.
Cuando llegó a la playa, se sorprendió al ver a un cangrejo que sostenía entre sus pinzas el crucifijo.
San Francisco Javier y el cangrejo
Fuente:
http://www.forumlibertas.com/reflexiones-sobre-lo-que-diferencia-al-hombre-de-los-animales/
https://www.taringa.net/+noticias/papa-francisco-todos-los-animales-van-al-cielo_hnhln
https://opusdei.org/es-es/article/san-antonio-abad-animales/
https://www.aciprensa.com/noticias/6-santos-que-fueron-amigos-de-los-animales-45212

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